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“En un mundo donde el pesimismo se vuelve común, todavía hay personas que creen en sus metas”

miércoles, 10 de julio de 2013

No hay meta pequeña si el propósito interior es grande.

Evidentemente hay ríos que no desembocan en el mar, y lo hacen en otro río, en un lago o incluso perdiéndose bajo tierra, pero ¿podrían imaginar un río que viniera del mar para desembocar en la tierra?

Pues eso es lo que han conseguido 998 de los 1.131 participantes en la XVIII travesía a nado Tabarca-Santa Pola. Y solo 998 porque los inscritos superaron los 2.500 pero por cuestiones de seguridad sólo 1.131 fueron los preseleccionados. (+ información)

Si la gravedad es la única fuerza que dirige los ríos en su curso hacia el mar más grande es la fuerza que impulsa a todas esas personas a recorrer casi 6 km. a nado hasta tierra firme. Exactamente los 5.900 metros que separan la isla de Tabarca y la playa de Varadero de Santa Pola (Alicante).

Y dejando aparte la excelente Organización, que coordinó con gran profesionalidad y rigor todo el evento, en este viaje hay mucho que gestionar. Se precisa de un alto grado de preparación física, de elegir la técnica de nado más adecuada, el tipo de gafas e incluso el tipo de lente, el traje de baño, la alimentación previa, la calidad de la crema protectora del sol, el descanso de la noche anterior  y lo más importante dejar los miedos atrás y confiar en nuestras posibilidades. Seguro que más de alguno hundió sus miedos en el mar deshaciéndose de una enorme carga al llegar a tierra. De eso se trata.

Para los más preparados puede que consista en una competición, de superar una marca establecida. Para ello siguen un ritmo constante y rápido, midiendo sus avances y controlando sus fuerzas para dosificarlas correctamente a lo largo de la carrera y darlo todo en los últimos metros. Así debió hacerlo nuestro nadador olímpico en Atenas y Pekín, Marco Rivera, ganador de esta XVIII travesía Isla Tabarca-Santa Pola. Además de debutar este año, dejó una aptíssima marca de 1 hora, 10 minutos y 18 segundos. ¡¡ Enhorabuena CAMPEÓN, todos confiamos en que cumplirás ese tercer sueño olímpico !!

Luego habían otros tantos que se lo tomaron de forma más relajada, y la travesía, aunque dura, la convirtieron en un viaje de disfrute, con una gran satisfacción personal por el mero hecho de realizar un desafío como éste.

Y otros, que se lo tomaron más en serio y que no competían contra el reloj, se sumergieron en una competición consigo mismo para acabar la prueba sin desfallecer. Un viaje hacia el interior de uno mismo, pasado por agua.

Sólo 133 no llegaron a terminar la carrera, teniendo que abandonarla. Aun así, el mero hecho de enfrentarse a este reto les alentará a volver a intentarlo en el futuro y a asumir otros retos en la vida con mayor confianza y seguridad.

Todos, sin excepciones, fueron unos “campeones” y con su pundonor nos dieron una verdadera lección de cómo luchar por un propósito. Esperando a pie de meta la llegada de los participantes hubo gestos que me impresionaron como aquel que hicieron unos auténticos lobos de mar que se encontraban entre las primeras posiciones y que tras luchar por un objetivo individual, al pisar tierra y antes de entrar a meta uno esperó al otro para, abrazados, compartir un éxito que probablemente los mantendrá unidos toda la vida. También el de una nadadora que llevó literalmente a cuestas a otro nadador hasta la meta.
Y entre ola y ola algunas frases que me venían a la mente se me quedaron grabadas y como agradecimiento se las quiero dedicar a todos ellos:

Darlo todo, entregar todo nuestro empeño en avanzar.

Ser tenaz y confiar en nuestro logro.

Mantener nuestros intereses de lucha activos para superar los obstáculos que se presenten.

Al llegar a nuestro objetivo ser agradecido con los que nos han ayudado a conseguirlo, incluso sacrificar a veces nuestro interés individual por el interés mutuo.

Cuando decaiga el ánimo visualizar los objetivos de manera positiva, apoyándonos en los metros recorridos y no pensando sólo en los que faltan para la meta.

La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir, sino en la de volver a empezar.

Y por último, como dice el título de esta entrada, no hay meta pequeña si el propósito interior es grande, y sabemos que es grande porque justifica en todo momento nuestro esfuerzo.


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