Esta semana conversando con un entrenador de fútbol salió el tema de
"eliminar creencias negativas" (en realidad nunca se eliminan sino que pierden fuerza) y una que le estaba causando cierto
desequilibrio era la de atribuir que un
jugador es mala persona si simulaba un penalti tirándose a la piscina.
La cuestión es que nos hacemos mucho daño a nosotros mismos si no
entendemos ese gesto en su contexto al darle más importancia de la que
tiene en sí y cometiendo el error de extrapolar un comportamiento a otro
terreno que no es el del campo: al terreno de lo personal.
Para comprender esto os propongo la re-formulación de 2 axiomas elementales
de la PNL (Programación Neurolingüística), el de “la intención
positiva” y el de “el mapa no es el territorio”.
Además ambos llevan hacia el liderazgo, cualidad esencial en un entrenador de
fútbol.
Como se suele decir en el circo: ¡Pasen y vean!
"Toda conducta, aun la que nos parece más
inapropiada, lleva consigo una intención positiva"
Todo lo que hacemos lo hacemos con una intención positiva para nosotros. No importa
cuál sea la conducta, detrás de ella hay una intención positiva para el que la
lleva a cabo. Cada persona realiza siempre la mejor conducta posible en función
de los datos de los que dispone dentro de su individualidad, creencias,
valores, principios, hábitos, habilidades, experiencias, educación, etc.
En el caso del delantero de fútbol que se tira dentro del área sin que el
defensa lo toque, sabemos perfectamente cuál es su intención positiva: provocar
una ocasión claríssima de gol para su equipo con el añadido de una
posible expulsión o tarjeta amarilla al defensa contrario. También es relevante
decir que este tipo de "pillería" o "engaño" del delantero
asume un riesgo si el árbitro lo interpreta como "piscinazo". Algunos
incluso hacen de tal gesto un verdadero arte. Lo importante es discernir si se
utiliza para un bien común o se
convierte en un arma peligrosa o
tramposa con olor a egocentrismo. En el primer caso se está ante la mejor y más elegante retórica (recuerden
"la mano de Dios" de Maradona) y en el segundo ante la peor
propaganda que puede tener un deportista, incluso entre sus propios compañeros
de equipo (como ocurre con en el doping).
De igual manera, ¿acaso puede considerarse una mala persona ese defensa que
mete la mano para evitar que el balón traspase la línea de gol? Asume un riesgo
y no creo que tenga que ver con sus valores, es cuestión de sacrificar su
expulsión por ese bien común.
“El mapa no es el territorio”
El otro axioma tiene que ver con que cada persona es única y hay que respetarlo.
Cada persona lleva consigo su propio mapa del mundo, creado a partir
de su propia creencia. Cada persona reconoce el territorio de manera exclusiva
y personal. Aceptar esto es respetar las diferencias de opinión. No aceptarlo
implica tratar de imponer nuestro
criterio y esto al final nos lleva a la frustración e irritación. Cada uno entiende el fútbol a su manera y desarrolla una forma de jugar al fútbol única y diferente y eso es lo maravilloso.
El coach o entrenador de un equipo de fútbol conviene que sepa interpretar
las conductas de sus jugadores y saber ver la intención positiva de cada uno de
sus comportamientos, aun los que cree más inapropiados, sólo así podrá entrar
en un mundo especial, en el de cada uno de ellos, en su mapa personal, teniendo
así, una gran oportunidad para liderarlos.
Dejemos pues de juzgar los comportamientos de algunos jugadores para
extrapolarlos a una carencia de valores personales. Hay muchos valores en
el mundo del deporte como la superación, la constancia, el compañerismo, la
generosidad, la amistad, la humildad, el juego limpio (fair play), y entendamos
la osadía o pillería de tirarse a la piscina o marcar un gol con la mano como el
arte de dominar la escena o parte de
ese error en el aprendizaje de nuevas
habilidades. Si luego la persona tiene mejores o peores valores será algo que uno mismo
debe preguntarse y revisar a nivel personal cuando suene el pitido final. Se ha
dado el caso de jugadores que, una vez acabado el partido, reconocen que “se
han tirado a la piscina”. Eso sí que es un valor, la valentía de pedir perdón y
reconocer que no hubo contacto o que tocó el balón con la mano.
Muchos hemos conocido el fútbol en la calle, donde no había ni normas, ni
dogmas, ni árbitros, sólo la ley del más fuerte, del más osado, del más pícaro.
Y si el fútbol de las grandes ligas no acepta estos principios pienso que
pierde parte de su identidad. ¿No creéis que la osadía y el descaro también
forman parte del juego? Además, recuerden que algunos que lo practican son
excelentes personas con unos grandíssimos valores. Todo debe quedar
dentro del campo. Sin duda lo mejor para el fútbol y para nuestros deportistas
es seguir ofreciendo espectáculo y la pillería es una de las actuaciones
habituales de nuestro fútbol en España, la verdad es esa, nos levanta del
asiento, nos mantiene despiertos y vivos, a pesar de que a algunos les siente
como una patada en la espinilla. El fútbol también es un partido de
inteligentes y si el delantero es lo suficientemente listo como para engañar al
árbitro, el defensa debe asumir también que entre sus habilidades está la de enfrentarse
a este tipo de delanteros y en sus pies la responsabilidad de no entrar en ese
juego de pícaros. Tan sencillo como darle 1 metro de distancia al delantero y
ser capaz de marcarle el ritmo al Lazarillo. Y éste también es otro arte del
que podemos disfrutar en el mayor espectáculo del mundo.
Podemos estar en contra del piscinazo pero hay que entender sus razones y si hablamos de valores hacerlo después del pitido final.
Podemos estar en contra del piscinazo pero hay que entender sus razones y si hablamos de valores hacerlo después del pitido final.
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