La OMS (Organización Mundial de la Salud) define la salud como
«un estado de completo bienestar físico, mental y social», y la salud
mental como «un estado de bienestar en el que la persona realiza sus
capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar
de forma productiva y de contribuir a su comunidad». Por consiguiente, no hay
un completo bienestar sin una buena salud mental.
Según la OMS los problemas de salud mental serán la principal causa de
discapacidad en el mundo en el 2030. Un estudio publicado por la OMS en el año
2016 revela que el 9% de la población mundial tiene algún tipo de problema de
salud mental y el 25% de la población general (1 de cada 4 personas) lo tendrá
en algún momento a lo largo de su vida. En España, por ejemplo, un 6,7 % de los
españoles padecía ansiedad y la misma cifra representaba a las personas con
depresión como también concluía un informe realizado en el año 2017 por la ENSE
(Encuesta Nacional de Salud Mental de España).
Actualmente, y a consecuencia de la pandemia, estas cifras van en aumento.
Según la OMS durante el primer año de la pandemia la prevalencia mundial
de la ansiedad y la depresión aumentó un 25%. Una de las principales causas de
este incremento fue el estrés debido al aislamiento social provocado por
la pandemia.
Y es que están siendo muchos los síntomas mostrados durante la pandemia que
manifiestan el deterioro de nuestra salud mental: ansiedad, miedos, apatías,
agotamiento, frustración, enfado, ira, hipocondría, aislamiento, preocupación,
depresión, estrés, etc. La población está sufriendo y como reflejan los
resultados de una encuesta publicada en el año 2021 por el CIS (Centro de
Investigaciones Sociológicas) sobre la salud mental de los españoles durante la
pandemia de la covid-19, 1 de cada 3 españoles ha admitido que ha llorado por la
pandemia, de los cuales un 26% admite haberlo hecho con “mucha frecuencia” o
“bastante frecuencia”. Un dato alarmante es el hecho de que cada 40 segundos
alguien muere por suicidio.
Incluso el denominado “estrés bélico” causado por la sobrecarga
emocional de estar constantemente informados sobre una guerra, como la actual
guerra de Ucrania, puede afectar en nuestro bienestar causándonos angustia,
ansiedad, depresión e insomnio.
La salud mental es un continuo que puede ir desde un óptimo bienestar hasta
un trastorno mental grave. Las personas nos podemos mover entre diferentes
puntos de ese proceso en función de diversos factores bio-psico-sociales como
las variables biológicas, las propias competencias emocionales de la persona,
los momentos vitales estresantes que hemos de afrontar, el contexto social,
familiar, laboral, etc.
Una
buena salud mental no significa exclusivamente ausencia de enfermedad
Es importante destacar que las personas podemos sentir cierto desequilibrio
emocional o malestar psicológico debido a un sentimiento de tensión o a un
rasgo propio de nuestra personalidad mal gestionado y no por ello tiene que ser
debido a algún trastorno o enfermedad mental.
Ejemplo
1: “el estrés laboral”
Por ejemplo, en el mundo laboral una persona con estrés laboral no es una
persona enferma, pero es evidente que siente malestar. No obstante, si este
sentimiento de tensión física y emocional se da en exceso podría provocar una
sobrecarga de tensión que repercutiría en su organismo y provocaría la
aparición de enfermedades y anomalías patológicas.
La respuesta al estrés es nuestra particular forma de afrontar y adaptarnos
a las diversas situaciones y demandas que nos vamos encontrando, es una
respuesta que aparece cuando percibimos que nuestros recursos no son suficientes
para afrontar los problemas. De tal forma que hay un estrés “bueno” que nos
ayuda a mejorar, como el de un atleta que va a competir por una final o el de
un trabajador que está llegando a objetivos, pero luego hay otro estrés “malo”
como el de tener que pagar facturas y no contar con dinero suficiente, el de
ser ascendido en el trabajo a un puesto en el que no encajamos o el de soportar
una constante carga de trabajo. De tal manera que si este sentimiento se
cronifica en el tiempo podría derivar en una enfermedad, lo que se denomina “burnout”
o “síndrome del estar quemado”, que es un fenómeno relacionado con el
“desgaste laboral” y que desde 2019 la OMS lo reconoce como enfermedad. Además,
el “burnout” podría ser detonante de otros problemas de salud física y mental
más graves como la depresión.
Ejemplo 2: rasgo de personalidad
“PAS”
Este es otro claro ejemplo de que un desequilibrio emocional o malestar
psicológico, aun no siendo enfermedad, puede desencadenar en enfermedad mental.
Imagínese que una persona común, como podría ser su compañero/a de trabajo, su
amigo/a o incluso usted mismo/a, si tuviera un rasgo de personalidad
“PAS” (Persona Altamente Sensible) y no lo tratara de forma
adecuada, podría acabar desencadenando una enfermedad como depresión o ansiedad
o en casos muy extremos en un trastorno límite de la personalidad.
Una persona “PAS” (Persona Altamente Sensible) se
caracteriza por tener un sistema nervioso más fino y desarrollado que la
mayoría de la gente. Consecuentemente, la persona recibe en proporción mucha
más información sensorial simultánea que alguien con una sensibilidad media, lo
que puede derivar en una saturación sensorial, bloqueo y estrés si no se llega
a conocerse a sí mismo aceptando y regulando esa sensibilidad. La alta
sensibilidad es un rasgo hereditario y que afecta a 2 de cada 10 personas. Como
dice la Asociación de Personas Altamente Sensibles de España, ser una persona
PAS no es algo que tienes, sino algo que eres.
Con estos dos ejemplos no es mi propósito inculcarle miedo o temor, sino
transmitirle el mensaje de que debemos ser conscientes de la delgada línea que
a veces separa el padecer un pequeño malestar psicológico o emocional a padecer
un trastorno o enfermedad mental.
El
trabajo es fuente de bienestar y malestar: Salud mental en las organizaciones
Los problemas de salud mental son la 2ª causa de baja laboral «temporal y
permanente» en Europa, solo por detrás de las enfermedades musculares y de
articulaciones. Afectan al 22% de los trabajadores.
Y es que cuando hablamos de bienestar, automáticamente, la mayoría de las
personas se enfocan en la salud física y se olvidan de la salud mental o
el bienestar emocional. Hablar sobre las emociones es una actividad
difícil para muchas personas, especialmente, si se tiene que hacer en el
entorno laboral. De ahí la importancia de CONCIENCIARSE y ACTUAR, saber
que uno no se está encontrando bien y pedir ayuda.
Según un nuevo estudio de Oracle y Workplace Intelligence realizado a
partir de las respuestas de más de 12.000 empleados (gerentes, líderes de RRHH
y directivos) en 11 países, reveló que la pandemia ha elevado los niveles de
estrés, ansiedad y agotamiento de los empleados en su puesto de trabajo a
escala global, y que éstos prefieren la ayuda de los robots a la de sus
semejantes. Según este estudio la pandemia de la Covid-19 ha afectado
negativamente la salud mental del 78% de los trabajadores en todo el mundo, un
85% asegura que sus problemas de salud mental en el trabajo afectan
negativamente a su vida familiar, y un 76% cree que las empresas deberían hacer
más para apoyar la salud mental de sus empleados. Sería un error pensar que la
productividad en las empresas volverá a los niveles de antes de la pandemia
porque la inquietud y la preocupación de los trabajadores no desaparece solo
con el tiempo. Las personas son el mayor activo de una empresa, no cuidarlas es
una gran equivocación.
Cuando no estamos bien con nosotros mismos nos sentimos agotados, desmotivados, desconcentrados y, como nuestra mente suele divagar y está centrada en esos problemas, nos es difícil controlar nuestros pensamientos y emociones. También nuestra agilidad mental se reduce, aparecen problemas de atención y pérdidas de memoria. Aspectos como la proactividad, la tolerancia a la frustración o la creatividad, fundamentales en un trabajador, pasan a un segundo plano y acaban convirtiéndose en un auténtico desafío para el trabajador, lo cual repercute directamente en su productividad. Además, cuando te encuentras mal se pueden acrecentar nuestros problemas de comunicación ya que nos sentimos más irascibles, tendemos a malinterpretar casi todo, a prejuzgar más y ser más críticos y menos tolerantes con las situaciones. También empezamos a no dormir bien, a no cuidar nuestra alimentación y por tanto a tener problemas digestivos, a no hacer ejercicio físico y, en definitiva, a descuidar nuestros hábitos de vida saludable, lo que nos puede llevar a tener problemas cardiovasculares, problemas de adicciones, etc.
Por último, esos impulsos y pensamientos negativos nos llevan a tomar
decisiones inadecuadas lo que se traduce en empezar a retrasarnos en el tiempo,
a aplazar o anular reuniones, a echar balones fuera y no asumir nuestra
responsabilidad, a no querer implicarnos más allá de la cuenta en los
proyectos, a no abordar correctamente nuestros compromisos con la empresa o a
incumplir las políticas organizacionales.
Intervenciones
para cuidar la salud mental de los trabajadores
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), basado en el informe Health at a Glance: Europe 2018, las enfermedades
mentales le cuestan anualmente a España alrededor de un 4,2% de su Producto
Interior Bruto, en torno a 40.000 millones de euros que se van no solo en
atención sanitaria y en programas de salud públicos, también en bajas,
incapacidades y en una menor productividad. Cifras que podrían reducirse con
una mejor gestión y mayor sensibilización de la población. En este sentido la
noticia del nuevo Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y COVID-19 que
nuestro presidente de gobierno presentó el 9 de octubre de 2021 será una buena
hoja de ruta para avanzar con firmeza hacia el bienestar de los españoles en su
más amplio sentido.
Prevenir desde las organizaciones es clave para reforzar el compromiso
y la motivación de los empleados, contribuyendo a evitar el desarrollo
de trastornos de tipo conductual (hiperactividad,
pérdida de control, cambios de humor, impulsividad o agresividad, falta de
atención y de concentración, autolesiones), emocional (baja
autoestima, baja motivación, frustración,, autoculpabilidad, depresión, apatía,
ansiedad, inseguridad, impotencia, pesimismo generalizado) o físico (problemas
gastrointestinales, dolores de cabeza, mareos, sensación de ahogo, fatiga
excesiva, tensión muscular, enfermedades cardiovasculares o alteraciones del
sueño), que afecten a la calidad de vida y productividad. La salud no es solo
si tienes muchos o pocos resfriados, sino que también incluye tu buen humor, tu
alegría, lo bien que te encuentres contigo mismo y con la trayectoria
profesional que estás llevando. Es sabido que las empresas que cuidan la salud
mental y el bienestar de las personas son mucho más productivas.
Mención también importante al tema del “Acoso laboral” donde problemáticas
como el “mobbing” nos llevan incluso a sanciones por ley. El
cumplimiento del artículo 48 de la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad
Efectiva entre Hombres y Mujeres impone a las empresas, independientemente del
número de personas trabajadoras, a implantar un procedimiento para prevenir y
actuar contra el acoso laboral, sexual y por razón de sexo. La elaboración de
un Protocolo de Acoso en la empresa y la formación en
sensibilización a los trabajadores es hoy más que una medida preventiva, una
obligatoriedad.
Por todo ello la estrategia de actuación para cuidar la salud mental en las
organizaciones pasaría por 3 apartados: PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN, DETECCIÓN E INTERVENCIÓN.
PREVENCIÓN Y PROMOCIÓN de la salud mental a través de:
- una adecuada gestión de la carga de trabajo.
- una buena comunicación y mejora en las relaciones interpersonales.
- un entorno físico de trabajo adecuado, cómodo y agradable.
- la promoción de la conciliación con horarios flexibles.
- favoreciendo estilos de supervisión y de liderazgo
participativo-democráticos.
- incrementando la autonomía del trabajador y la calidad de la supervisión.
- potenciando el desarrollo de la carrera profesional.
- la concienciación de los empleados sobre la importancia de su salud
mental.
- con formación al trabajador para afrontar situaciones que le puedan
conducir al malestar psicológico.
-con herramientas digitales que guíen y aconsejen al trabajador en
situaciones comprometidas.
- promoviendo charlas y sesiones grupales o individuales con profesionales
especializados.
DETECCIÓN a
través de:
- realizando evaluaciones de desempeño.
- evaluando los riesgos psicosociales de los trabajadores.
- realizando test indicadores de posibles trastornos mentales.
INTERVENCIÓN a
través de:
- las reubicaciones, reincorporaciones o reevaluación del
puesto de trabajo.
- sesiones individuales de psicología, presenciales u online,
para resolución de problemas.
La
salud mental empieza por detenerse un instante y “mirarse a uno mismo”
“TOMAR CONCIENCIA Y ACTUAR” y a pesar de que hoy en día en la mayoría de
las empresas la “claridad mental” está asociada a los resultados de trabajo y
parece que es un signo de debilidad el que un trabajador haya declarado que ha
pedido ayuda, es clave afrontarlo con firmeza y no tener temor a mostrar dicho
malestar. Cada vez más personas famosas confiesan que mentalmente no están bien
y han necesitado ayuda de un psicólogo, y que el ocultarlo no ha hecho más que
agravar su situación.
Puede que tengamos la sociedad con mayor esperanza de vida de la historia,
sin embargo, esto no significa que vivamos mucho mejor. Vivimos en un mundo
frenético, donde constantemente tenemos que dar el máximo, donde siempre se nos
pide más, donde vamos al límite, y este ritmo de vida hace que no nos paremos a
pensar cómo nos sentimos, y cuando lo hacemos puede ser tarde, y esto nos
sucede porque carecemos de un plan que nos ayude a aprender a
sentirnos bien. Para afrontar un futuro mejor necesitamos herramientas
y la ayuda de profesionales que nos enseñen cómo sentirnos bien, cómo gestionar
mejor nuestras emociones, el estrés, para que, junto con una adecuada
alimentación, descanso y demás hábitos saludables el sentirse bien sea un
objetivo alcanzable. Cuando uno se encuentra bien, todo a su alrededor está
mejor.
#YoVoyAlPsicolog@
Los psicólogos somos de gran ayuda para las organizaciones asesorando y
ofreciendo orientación sobre el bienestar psicológico de su plantilla mientras
se preservan buenas condiciones para una óptima productividad y se rebajan los
niveles de absentismo y presentismo.
Ponga un psicólogo en su vida. Los psicólogos estamos aquí para resolver y
acompañar, no sólo en los problemas de situaciones traumáticas, sino también en
situaciones de la vida cotidiana. Si no se atienden los síntomas y problemas
emocionales, es muy probable que se cronifiquen. Llame y consulte en la
web del Colegio Oficial de Psicología de su comunidad que está colegiado/a para
garantizar la calidad de su servicio.
A través de este código QR puede descargarse el “Cuestionario
de salud y bienestar mental para Pymes” del Instituto Nacional de Seguridad en
el Trabajo (INSST) para que puedan reflexionar sobre el estado actual
de la salud y bienestar mental de su organización.